Economía

A 25 años de Tiananmen, Xi se consolida como el líder más poderoso desde Deng Xiaoping

Los eventos hace un cuarto de siglo en la emblemática plaza siguen siendo desconocidos para la mayoría de los chinos y el gobierno quiere asegurarse de que siga así.

Por: | Publicado: Lunes 2 de junio de 2014 a las 05:00 hrs.
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Por Renato García Jiménez



En 1989, la operación Yellowbird, lanzada desde Hong Kong, rescató a cerca de 400 activistas que participaron en las protestas de Tiananmen, el 4 de junio de ese año.

A pocos días de que se conmemore el aniversario número 25 del movimiento donde participaron miles de estudiantes y cientos de ellos murieron, estos sobrevivientes están entre los pocos testigos que conocen de primera fuente los eventos que Beijing mantiene hasta hoy bajo el más estricto secreto. Y las autoridades quieren asegurarse de que eso siga así. Por eso, los arrestos de reporteros y activistas, y la censura de medios de televisión e Internet se están redoblando.

De regreso a Tiananmen


El abogado de derechos humanos, Pu Zhiqiang, fue detenido en su casa el 4 de mayo tras participar en un seminario sobre Tiananmen. Otras cuatro personas que asistieron al evento también fueron arrestadas. Pocos días antes, la periodista Gao Yu, que había participado en la histórica movilización en Beijing, fue encarcelada y acusada de filtrar secretos de Estado relacionados con el incidente. Gao apareció después ante las cámaras reconociendo sus crímenes y expresando “profundo remordimiento”.

Alrededor de la misma fecha, el dirigente sindical de Shenzen, Lin Dong, fue detenido por asesorar a los trabajadores de la fábrica de Yue Yuen, el mayor productor de calzado deportivo del mundo (que abastece a marcas como Nike y Adidas), durante una huelga. El mismo destino corrió Zhao Lianhau, un abogado que se hizo conocido por apoyar a las familias de los lactantes muertos o enfermos por consumir leche contaminada con melamina.

Aunque Facebook y Twitter están prohibidos, los esfuerzos del gobierno por contener la información en Internet se vuelven cada vez más complejos. “La Gran Muralla Cortafuego”, como se denomina el sistema de censura chino en la web, cuenta con 50 mil empleados que monitorean día y noche la red.

A mediados de abril, Wen Yunchao, un activista de derechos humanos chino en Nueva York, denunció que su cuenta de WeChat, un servicio similar a Twitter, fue cancelada. A través de esa cuenta Wen colaboraba con el sitio “backtotiananmen.com”, que está llamando a la población a visitar la emblemática plaza para este histórico aniversario.

Las cuentas de docenas de otros reconocidos académicos y activistas también fueron canceladas.

Pese a los peligros, los disidentes no se rinden. Bajo el seudónimo de Charlie Smith, Percy Alpha y Martin Johnson, tres residentes chinos crearon Greatfire.org, un sistema capaz de crear duplicados de los sitios de Internet bloqueados para evadir así la censura. Aunque los tres viven en la clandestinidad, de día mantienen empleos normales.

También en televisión, la supervisión oficial se ha redoblado. A fines de abril se suspendieron cuatro programas estadounidenses, incluyendo la serie cómica The Big Bang Theory. Pero los chinos están consumiendo contenidos de Hollywood con el mismo apetito con que sus fábricas demandan materias primas. China es hoy el segundo mercado mundial para Hollywood y se proyecta que para fines de esta década será el mayor.

La violencia política en el país crece en momentos en que el nuevo presidente Xi Jinping consolida firmemente su poder y concentra bajo su mando el control militar y el aparato de seguridad interior, además del comité que vigila los acontecimientos en la convulsionada región de Xinjiang, en el oeste. Xi está camino de convertirse en la figura más poderosa del país desde Deng Xiaoping, quien ordenó la represión de Tiananmen.

En esa misma plaza, un atentado atribuido a la minoría étnica Uighur dejó cinco muertos en octubre del año pasado. Tras el incidente, Xi inició una política de “golpear primero”, para aplastar cualquier intento separatista.

Libertad versus prosperidad


Hoy, cuando la segunda economía del mundo pierde dinamismo, el vínculo entre crecimiento económico y libertades civiles se hace cada vez más evidente. Cuando Deng, el padre de la apertura económica, ordenó la arremetida contra los estudiantes, tomó una opción consciente de rechazar las reformas políticas en favor de mayor prosperidad material.

El auge de las últimas décadas ha creado una gigantesca clase media de consumidores, pero la brecha entre ricos y pobres ha aumentado a niveles sin precedentes. Según un estudio de la Universidad de Michigan, la desigualdad en China es una de las más altas del mundo, con un coeficiente Gini de 0,55, por sobre el umbral de 0,40 que según la ONU comienza a alimentar el descontento social.

Al igual que la brecha entre el campo y la ciudad, la desigualdad entre las minorías Uighurs, en el oeste, y la mayoría de origen Han, que representa 92% de la población nacional, también crece. Hoy, Xi está volviendo a recurrir a un plan de estímulo económico para la empobrecida Xinjiang, apostando a que el desarrollo de la industria local calmará el descontento, dejando de lado las demandas de libertad religiosa de los grupos musulmanes cuyas prácticas son restringidas.

En la provincia alguna vez de mayoría Uighur, que de hecho está más cerca de Kabul (Afganistán), que de Beijing, la etnia representa hoy 45% de la población, tras una ola de migraciones Han. El gobierno planea enviar 200 mil nuevos profesionales de esta etnia en los próximos años, mientras que alienta el uso del chino mandarín en la educación, en lugar de las lenguas locales.

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